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Plan de Lectura
La lectura en familia

 LA FORMACIÓN DEL LECTOR

 

     En primer lugar, en  este proceso es importante una formación en los educadores que permita, sobre todo, saber seleccionar los libros infantiles y elegir fórmulas de acercamiento en los escolares que sean eficaces y duraderas, puesto que se trata de un aprendizaje a la larga y de creación de hábitos. Otro ámbito a tener en cuenta es la familia, sobre todo en los primeros momentos.

 

    El proceso lector del sujeto puede dividirse en cuatro grandes períodos:

    1.- Sensibilización (0-2 años)

    2.- Aprendizaje ( 3-6 años)

    3.- Consolidación ( 7-12 años)

    4.- Perfeccionamiento ( no acaba nunca).

 

    A lo largo de todos ellos, el ejercicio va a dar a la lectura diferentes caracteres: utilitario, socializador,  formativo y lúdico.

 

    El itinerario lector se fundamenta en tres estadios que generan actitudes distintas: la lectura del regazo, la lectura compartida y la lectura de imitación. La primera corresponde a las familias, las dos siguientes también a los educadores.

 

 PROCESO DEL PRIMER ACERCAMIENTO AL LIBRO Y A LA LITERATURA

       El ser humano en su infancia es, por naturaleza, curioso: quiere saber el porqué de todo.. Y, entre esas curiosidades que se le antojan, encontramos las que le inducen a conocer todo aquello que está escrito:  ¿Qué dice ahí?. Esta es una pregunta corriente entre las tantas que formulan los pequeños. Esta curiosidad natural e innata perdura  a lo largo de esta primera etapa de la vida, indicando al maestro y padres que el niño quiere aprender a leer.

      El acercamiento al libro y al lenguaje escrito no es algo que se pueda hacer de forma aislada, no es un aprendizaje al margen de todo lo demás, para luego pretender integrarlo en la vida, sino que debe ser parte de una aproximación natural al mundo y a su conocimiento.

 

     Hay que hacer a los niños sensibles a la lectura, primero, antes de descifrar el contenido, que descubran tranquilamente el placer de jugar con los libros, las imágenes, las palabras. Los bebés tratarán  los libros como simples juguetes.

 

     Un niño no necesita  un libro resistente, que no se rompa por mal que lo trate, sino que necesita a alguien  junto a él, para ayudarle a manejarlos, a comprenderlos, a obtener la información  que le interesa, pero que aún no puede leer, alguien  que le de nuevos libros que respondan a sus nuevos intereses...

 

       De la lectura personal del niño, nace el verdadero placer de leer. Ellos viven el libro a su manera: lo exploran, lo experimentan y lo sienten, se demoran, aceleran explotan el libro en toda su riqueza según su humor y fantasía. Saben disfrutar de la lectura, elegir el libro que les conviene sin prejuicios, y también identificarse, compartir, interpretar, impregnarse de la canción de la lengua y, además dejar de leer cuando tiene algo mejor que hacer. Son tan libres, tan inteligentes con los libros que casi podemos envidiarles el placer que logran, nosotros que cada vez leemos menos ¿Por qué? Tal vez porque sólo buscamos aprender cuando leer es mucho más que eso.

 

       Para un niño leer es:

 

a)      Leer es saborear: Se toman el tiempo de instalarse confortablemente de cualquier manera: boca abajo, de pie, sentados en una pequeña mesa, en las rodillas de un adulto, acurrucados debajo de un edredón...Acarician la tapa satinada, pasan el dedo por la encuadernación entelada. Respiran el buen olor del papel, escuchan el clap-clap de un libro de madera...Los mayores clasifican sus cuentos, los ordenan y los desordenan. Los libros son para ellos objetos sensuales que saben mirar y domesticar antes de la lectura.

 

 Muchas veces, sin saber leer, inventan en voz alta una historia sobre lo que ven, simulando con el dedo en los renglones que estaba allí escrito. Otras, constantemente quieren saber cosas y las preguntas acerca de todo lo que  aparece en los libros no terminan  nunca. El interés por los libros puede surgir a partir de cualquier cosa.

   

b)      Leer es leer de todo: Ningún libro les repele de antemano: leen un cómic al revés, abren un diccionario, hojean catálogos. No tienen miedo de ningún escrito.

 

c)      Leer es cambiar de identidad: Los buenos lectores también saben meterse en la piel de los personajes. Les gusta entrar en la vida de otro y olvidar la suya mientras dura la lectura. Los niños también saben representar la comedia del libro.

 

d)      Leer es releer: Decenas de veces vuelven a pedir la misma historia ¿ Por qué? Los muy pequeños no saben que los seres y las cosas que ya no ven siguen existiendo. Leer es también releer de la misma manera que escuchamos, una y otra vez , una canción preferida, por el placer de volverla a escuchar, de saberla de memoria, de dejarnos llevar por la voz y por el ritmo.

 

e)      Leer es escuchar una música: El origen de la conquista del lenguaje y la comunicación está más allá del significado concreto de las palabras. Hay un significado convencional, pero también hay sentido en el ritmo, en los sonidos y , sobre todo, en la sensibilidad transmitida al contarlos.

 

Los niños no sienten prisa por captar el sentido de la historia, escuchan, se dejan acunar naturalmente por la musicalidad de las frases, como los lectores de poesía  No comprenden las palabras, pero es la emoción la que les atrae, y por la que empiezan a llenar de sentido esos sonidos nuevos que jamás habían escuchado antes.

 

f)        Leer es crear: Los niños saben despertar imágenes, llenar los blancos, leer las ilustraciones, recrear el movimiento a partir de una imagen fija, proyectar sobre la historia sus sentimientos, sus emociones, sus miedos, así como también inventar diálogos, Cada uno aporta algo de si mismo a los libros.

 

g)      Leer es escribir: A fuerza de leer, se acaba teniendo ganas de dibujar, de escribir o de cantar.

 

 

LEER EN FAMILIA

       La formación de todo individuo depende de dos ambientes fundamentales: la familia y la escuela. En principio, la creación de hábitos lectores, así como de los hábitos de comportamiento, de las actitudes y valores, se halla inicialmente en la familia, aunque en las sociedades desarrolladas, debido a la temprana escolarización y al lógico acceso de la mujer al trabajo, esta formación parece corresponder cada vez más a la escuela. Es sencillo comprender que un niño se inicie en la lectura, así como en sus valores sociales y literario si ha nacido en un ámbito en el que es frecuente ver a sus padres con un libro en la mano. El ambiente familiar, de esta manera, hace que el niño adquiera de un modo natural el gusto por leer.

                                                                                             

    Desde pequeños, los niños deben estar familiarizados con los libros y tenerlos al alcance de sus manos como un utensilio familiar más. El libro tiene que hacerse familiar, debe llegar a ser uno más en la familia, con mayor presencia que el transistor, el compact disc...

 

     El primer contacto que tiene el niño con la literatura es a través de las nanas y canciones de la madre –la mejor animadora- junto a la cuna. A partir de los seis meses se le rodea de pequeños libros de imágenes de los más diversos materiales y texturas con un contenido de su entorno más cercano. Alrededor de los tres años, se encuentra con narraciones por imágenes que se van apartando poco a poco de esa realidad circundante pero mantienen un ambiente lúdico y agradable.

 

     Antes de abordar la lectura de un texto escrito, el niño necesita saber hablar. El pequeño se impregna del lenguaje de los que le rodean e intenta imitarlos. Gracias al lenguaje, poco a poco, va encontrando las palabras para situarse, representarse... Estas adquisiciones previas son esenciales para el niño, porque constituyen la base de las referencias que utilizará en la lectura.

 

    El libro, como tal, va ocupando progresivamente su verdadero lugar. A través del texto tantas veces escuchado y de las imágenes mil veces contempladas, el libro se convierte también en portador de todas las emociones: de la sorpresa al miedo, pasando por la risa o la tristeza...  En definitiva, el libro recupera su identidad en ese momento privilegiado –compartido entre el niño y la voz familiar del que lo lee- en el que, al fin, el pequeño acepta renunciar al placer de tocar para adentrarse en el placer de escuchar, mirar, comunicar e imaginar.

 

LA FORMACIÓN DE LOS LECTORES EN LA ESCUELA

      La escuela no puede suplir la responsabilidad que corresponde al entorno familiar en el acercamiento al libro. La creación de un hábito lector, la promoción y difusión de la lectura, no son competencia única de la escuela o el instituto. La primera tiene como fin prioritario enseñar a leer, éste el de perfeccionar los aprendizajes básicos en las cuestiones de lengua, para que los estudiantes cuando sean adultos puedan caminar solos, seguros y cómodos. Debe atender en su momento lo que se constituye como herramientas, oral y escrita de la comunicación: la palabra, ya que gran parte de los aprendizajes posteriores tienen como vehículo textos escritos. Son valores que es preciso ayudar a construir en los escolares de los primeros niveles educativos, ya que todo el enriquecimiento y aprendizaje posterior dependen  de su cimentación.

      El cuento se trabaja mucho en la enseñanza del  preescolar y se trabaja como juego, pero parece ser que en cuanto el niño ha aprendido a leer, ya no tiene por que disfrutar de la lectura sino que los textos, o bien le deben proporcionar conocimiento o bien le deben ir preparando para conocer la literatura en general.

 

    Si la lectura es siempre “algo para” provocará en el niño la impresión de que tras ella hay siempre un nuevo trabajo y nunca podrá experimentarla como placer. Si hubiera un espacio para la lectura libre en la escuela, se demostraría al niño que la lectura puede ser una actividad apasionante. Si a esta lectura distendida añadimos cualquier tipo de actividad posterior, la lectura habrá perdido su magia,

 

    La escuela debe participar también del aprendizaje perceptivo y consciente del niño. Asimismo debe incitar a una lectura motivada, impulsora de sucesivas lecturas.

 

     Actualmente, la enseñanza de la literatura infantil adopta alguna de las siguientes modalidades:

1-     Muestra la literatura infantil por orden cronológico y zonas geográficas.

2-     Agrupa obras infantiles en corrientes  o tendencias, clasificándolas y relacionándolas entre sí, según temática, motivos, argumentos...

3-     Niega la existencia  autónoma de la literatura infantil y reduce su enseñanza a la mera aplicación  de los métodos  de análisis crítico que se emplean para las obras famosas de la literatura universal.

 

    Pese a la existencia de diversas tendencias no debemos olvidar el objetivo  principal  de los educadores en este ámbito: “Conseguir el dominio de las técnicas para estimular la afición lectora  en sus aspectos recreativos, estéticos e informativos”.

 

     Para alcanzar esta meta no es suficiente el comentario de textos de las obras famosas de la literatura. Mucho menos , poner en manos del alumno ediciones mutiladas o adaptadas. El niño tiene derecho a leer también un libro completo, creado para él, atendiendo a su capacidad lectora y a los condicionantes de su percepción y comprensión.

    Otro objetivo de los estudios de literatura infantil será contribuir a la educación para el uso del tiempo libre, educar para el ocio: “los libros divertidos exigen ser compartidos y comentados por otros”.

 

   Al igual que la literatura académica, la infantil proporciona al alumno, muestras y ejemplos de imaginación y sentimiento. Pero sobre todo, a través de las obras para niños se puede educar al niño para la adecuada toma de contacto con las distintas clases de obras literarias.

     Enseñar a jugar creativamente con las palabras y frases es una de las maneras de preparar para el goce de la literatura.

 

      Los cuentos enriquecen y fomentan la imaginación, captan la atención del niño, le divierten, le socializan y le enseñan pautas por la vía del inconsciente. Por eso, no hay que olvidar que pueden ser un instrumento que prepare para el gusto por la literatura en general porque en los cuentos se dan temas, motivos y estructuras que luego encontrará en las obras literarias y así no se sentirá ante ellas como ante algo desconocido.

 

DECÁLOGO DE UNA FAMILIA COMPROMETIDA CON LA LECTURA

1.      Una familia comprometida con la Literatura es aquella que anima a sus hijos a leer incluso antes de que estos lo sepan hacer. Dejan a los pequeños que hojeen, investiguen, se recreen mirando las ilustraciones de los libros... Es una estupenda manera de comenzar a amar la lectura.

 

2.      Es aquella que cuenta cuentos a sus hijos, les recita pequeñas rimas, les llena sus oídos de musicalidad y belleza.

 

3.      Es aquella que nunca fuerza a leer.

 

4.      Es una familia que selecciona muy bien los libros de sus hijos ( hasta determinada edad ), valorando el hecho de que las buenas ilustraciones ayudan a formar sus gusto por el arte y por lo bello.

 

5.      Es aquella que da ejemplo de lectura a diario.

 

6.      Es aquella que comparte las lecturas de sus hijos e hijas y juntos las comentan.

 

7.      Una familia comprometida en la lectura procura conocer los gustos de sus hijos y los respeta en lo posible.

 

8.      Es una familia que acude con los hijos a los lugares donde están los libros –librerías y bibliotecas-, y les anima a hacerse socios de alguna biblioteca o bibliobús.

 

9.     Es aquella familia que fomenta el gusto y cuidado por la biblioteca personal de sus hijos, y que dispone para tal efecto de un espacio apropiado.

 

10.  Una familia comprometida con la lectura considera que la compra de un libro no es algo excepcional con motivo de una celebración, aunque en estas ocasiones el libro tiene que estar presente como regalo, sino que lo considera parte de los gastos de educación.

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